Se había pasado toda la vida perdida.
Sin rumbo fijho, sin norte, sin sur, sin este...
Había preferido siempre aparentar que todas aquellas cosas que los demás decían no le importaban, le divertían o incluso, a veces, que acertaban y la descubrían tal y como ella era en realidad.
Le gustaba parecer, cierto, le gustaba parecer fría, calculadora, distante...e incluso mala. Le gustaba estar sila, sin nadie a su alrededor que pudiera abrir la boca y estropear el silencio.

Era solo un cachorro, un cachorro de lobo cubierta por piel de mujer, un corazón roto vagando en el reino de los sincorazón.
Sin rumbo, sin suerte, sin dirección.
Sin pena, sin gloria.
Ni triste ni feliz.
Era ella, sin más.
Solo ella....
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Maullidos en el tejado