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24/12/09

La muerte de Ofelia.




Ofelia está en el río. Sus ojos castaños cerrados, su piel blanca, a contraluz, parece casi transparente, como si, en unos minutos, pudieramos ver el camino de venas que recorren sus entrañas. Ya no tiene frío, ni tiempo, ni ganas.
Se limita a flotar, de un lado a otro, mecida por la corriente y el viento.
Ya no espera a un príncipe.
No, Ofelia ya no quiere príncipes.
Así está mejor, tranquila, en paz, mientras su lánguido y ligero cuerpo viaja con el agua, con la brisa, con el tiempo... ¿Y si, algún día, llegara al mar? Tendría un vasto mundo que conocer, rodeada de peces, de burbujas, de nada...
No sabe qué ha pasado, pero tampoco le importa.
No entiende este resultado, pero sabe que esa había sido su hora.
Sonrie. Sonrie desde el cielo.

Es feliz ahora que se bajó del tren del tiempo.

Es feliz ahora que se ha vuelto ligera como una pluma.
Es feliz ahora mientras la abraza la espuma.

Sonrie entre flores, ramitas y ranas.
Sonrie entre algas todas las mañanas.
Ofelia está, pero no está.
Ofelia es, pero no es.


3 comentarios:

  1. Quién no se ha sentido como Ofelia alguna vez??
    Hermoso escrito, me encantó!
    saluudos!

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  2. realmente es hermoso como escribís!,
    se sienten mucho las palabras.

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  3. YO SOY OFELIA!!! y TODO ES EXACTO..YO SOY OFELIA POR ESO ESTOY AQUI.

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Maullidos en el tejado